Emmanuel Mounier (1905-1950) murió apenas sin haber terminado de vivir, honorando el dictum de los clásicos para quienes Dios se lleva muy pronto a los elegidos. Mounier es ante todo un gran escritor. Madame Daniélou, hermana del cardenal católico, le dice: “Monsieur Mounier, es admirable. Es usted un gran escritor. Usted entrará en la Academia francesa”. En una sola página de los Diarios de un detenido hay más de treinta vocablos inusuales, minuciosas descripciones de objetos domésticos, multitud de giros del habla, términos cultos y técnicos, vaivenes irónicos de gran precisión descriptiva.
Mounier es un hombre-orquesta de la palabra y un hombre de arriba abajo, hecho de abajo arriba. Resulta difícil determinar qué admirar más de sus textos de juventud, si la precocidad, la seriedad, o la gravedad reflexiva. Su obra no fue la de un burgués para señoritas burguesas que se acercaban a la vida entre algodones, lo suyo era sentimiento trágico de la vida, aunque esto apenas si se le notaba, porque vivía con inmensa alegría y una estela de santidad, si es que esta palabra puede decirse todavía hoy sin causar la irritación de nadie. La suya fue una biografía luminosa y una escritura tocada por el ángel.
Carlos Díaz
(Canalejas del Arroyo, España, 1 de noviembre de 1944), es un filósofo español y profesor universitario de Filosofía e Historia de las Religiones, conocido por sus contribuciones al desarrollo del personalismo comunitario y por su intensa agenda de cursos y conferencias en Europa y Latinoamérica. Conferenciante por toda España y por la mayoría de países de Latinoamérica, es investigador y difusor del pensamiento personalista comunitario en lengua castellana. En sus escritos defiende el anarquismo y el personalismo de Emmanuel Mounier.

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